
El partido arrancó con todo. 50 segundos. Palermo toca para Riquelme, el enganche de primera sirve para la entrada de Ledesma y el volante define ante la salida de Carrizo. Ni un minuto de juego y Boca ya estaba arriba ante River. Y el superclásico se empezaba a teñir de azul y amarillo…Después, el equipo de Russo supo controlar el partido. Pelota al piso, con Riquelme manejando el ritmo y mucha llegada por afuera. Ahí fue importante el trabajo de Ledesma y Cardozo, éste último apareció por todos lados. Y tuvo cuatro chances muy claras, pero siempre apareció Carrizo (lejos el mejor de la cancha). Palermo, Riquelme y Palacio en dos oportunidades, pudieron haber estirado la diferencia.River fue más desesperación que fútbol. Desaparecido Belluschi, Augusto Fernández y Mauro Rosales se hicieron cargo del equipo. Y entre ellos dos crearon lo mejor, aunque demasiado poco para crear peligro serio sobre el arco de Caranta.
Pero la segunda parte fue todo al revés. Boca entró dormido y enseguida igualó Mauro Rosales, lo más peligroso en el ataque de la visita. Y los papeles se invirtieron. Fue el equipo de Russo el que tuvo la obligación y eso pareció pesarle. River hizo negocio: retrocedió unos metros y apostó a la contra rápida.
Las emociones llegaron sobre los últimos minutos. Boca apretó y dejó muchos espacios en el fondo, que casi aprovecha Ruben en la última bola de la tarde.
Fue empate en uno. Empate que le sirve más a River, ya que consigue algo de oxígeno después de la eliminación de la Copa Libertadores. Pero sobre todo lo festeja Ramón y su San Lorenzo.
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